Ya no tengo que aguantar más sus palizas, ya no tengo que temer su vuelta a casa después del trabajo, ahora estoy muerta. Cuando tomé conciencia de que no tenía que soportar el maltrato se complicaron más las cosas. Un buen día fui a poner una denuncia y en la comisaría me proporcionaron protección y ayuda económica. Hubo un juicio muy rápido y a mi agresor le remitieron una orden de alejamiento, así no podría acercarse a mí. Me entregaron un teléfono al que poder llamar si se aproximaba, pero no me sirvió de nada. Dejé la casa de acogida donde estaba porque encontré un trabajo con el que podía mantener a mis hijos, pero una noche, cuando volvía de trabajar me esperaba escondido en el portal de mi nueva casa. Todo fue muy rápido, tanto que no pude pulsar el botón del móvil, una puñalada en el corazón acabó con mi vida.

MUERTE
© TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS