Vine a este país con mi marido, nuestras familias nos habían casado, como es costumbre en nuestra tierra y apenas nos conocíamos. Desde que empezamos a convivir sufrí sus malas maneras. Frustrado por haber perdido su trabajo y por la mala situación económica comenzó a maltratarme. Un día que ya no pude más me marche de casa y puse una denuncia, al llegar me pidieron los “papeles” como no los tenía yo era “ilegal”, por eso no pudieron ofrecerme los mismos recursos que a otras mujeres. Apenas entendía lo que me decían y no había nadie que hablara mi lengua. Al final me mandaron a una casa de acogida donde sólo pude estar un mes. No puedo encontrar trabajo porque no tengo permiso de residencia y ahora dicen que me van a devolver a mi país, allí donde residen mis padres y los familiares de mi marido. Seguro que me harán volver con él o me matarán para salvar el honor.

FRONTERA
© TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS